miércoles, 30 de septiembre de 2009

¿Qué pasó cuando Artigas murió?


Artigas murió en 1850, en un 23 de septiembre muy distinto a los septiembres de ahora. Se podría decir también que no murió nunca, aunque en la actualidad su pensamiento padezca de muerte cerebral. De su último respiro escapó el alma del cuerpo y subió al cielo más rápido que ascensor de las ex mellizas del World Trade center. Hacía tiempo que Dios quería tenerlo al lado estaba claro, hasta un amigo me dijo que el barbudo lo admiraba y quería conocer.
Gervasio se sintió un poco confundido y preguntaba por el caballo que había pedido antes de morir. Dios le explicó personalmente su condición de fallecido, que anhelaba de hace años hospedarlo y cuando deseara mirar para abajo podía ver la tierra y su Paraguay natal, - Yo soy oriundo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Le respondió el general dolido mientras iba a inspeccionar el lugar.
Cada tanto miraba hacia abajo y no entendía la empatía del que escribía eso de la muerte y su consecuente felicidad eterna, de seguro el escritor no era un soñador. Pensó en ir a visitar a Satanás pero concluyó que era lo mismo, el dolor se produciría igual pero por mirar hacia arriba, nadie de los presentes le supo dar información sobre el purgatorio.
Artigas perdió la capacidad para soñar por la imposibilidad de llevar a cabo sus sueños, no tenía sentido anhelar traspasar a un enemigo con su sable sin que fallezca. “Pesar de todo muerto que solo pueden trascender a los vivos como una suave brisa imperceptible” decía él y se martirizaba mirando hacia abajo hasta decidir no hacerlo más. Pero sosteniendo una esperanza aún más fuerte que la de la caja de Pandora. De a poco, y a cuentagotas fueron llegando personas al cielo, eran de Argentina, Chile, Perú, Bolivia, y varios países más. El general no entendía si estaba en el cielo de este mundo o de todo el universo. Intrigado un día usó la excusa de matear con Dios para sacarse sus dudas, -¿Este es el cielo del universo todo o de la Tierra?, - Sólo de la tierra mi amigo. Le respondió suavemente para que sus palabras no terminen de despedazar su sueño. -Y esos países son… -Sí lo son. –La unificación está… -Más muerta que todos los que hospedo juntos y con luchas más fuertes que los que hospeda Satanás.
Gervasio lloró tanto que Dios pensó en resucitar a Noé, pero estaba viejo y tenía las manos muy cansadas como para oficiar de albañil en tan gran proyecto y se le ocurrió una idea genial. En vez de un arca para Dios construiría una casa con piso de nubes negras para Artigas y todos felices, o más o menos. De paso invitó a Simón Bolívar y José de San Martín que por mirar hacia abajo estaban al borde de la locura.
En 1967 llegó Ernesto Guevara, y todos cómplices (Dios incluso) lo alojaron en esa casa ocultándole que podía mirar abajo y observar la Tierra.
Hoy Alejandro Dumas escribe “los tres mosqueteros del cielo” inspirándose en estos cuatro personajes, mientras Noé pega cerámicos de nubes oscuras por todos lados.

martes, 8 de septiembre de 2009

Abogados

Cada vez que charlo con alguien y me dice que estudia abogacía hago una mueca, sonrío un rato y digo qué mal para mis adentros. Ah sí, después me acuerdo que yo también estudio eso y no me dan ganas de pasar por el espejo.

Confusión

Algunas mentes poco avispadas no saben distinguir entre la palabra derecho y derecha y se confunden sòlo porque se parecen.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Descolgado


Nos perdimos tanto que ya no le tenemos miedo al Minotauro, algunos fueron más inteligentes y se quedaron perplejos dentro del gigantesco laberinto y caminan de un lado a otro sin saber dónde ir haciendo cómo que se divierten. Otros fueron un poco más tontos y avispados y se volvieron locos. Tratando de encontrar la salida vieron tantas incongruencias que ahora su pesar es permanecer ahí y rezan por encontrar a la terrible bestia. Pienso que nada de esto hubiera pasado si no hubiésemos dado tantas vueltas hasta marearnos. Podría echarle la culpa a Ariadna por no haberme dado un hilo más largo pero qué más da. Ella se cansará de esperarme, yo me cansaré de esperar (por lo menos ella está afuera) Ni siquiera sé porqué tengo esta espada en la mano, mejor la tiro y me pongo a descansar. Ni la salida ni ella valen la pena para vagar tanto tiempo por acá.