martes, 30 de marzo de 2010

Hecho Policial

Las numerosas desapariciones de personas en aquella pequeña ciudad habían conmocionado a su gente que aún tenían alma de pueblerinos. Las pacíficas y desoladas calles y esa atmósfera lenta, pesada y mágica que parece hacer pasar más lento el tiempo había cambiado por revoloteos de móviles de noticieros de la capital de su país, es decir de todo su país, debido al unitarismo de su patria. “Dios está en todos lados, pero atiende solo en capital” era el dicho corriente que ejemplifica lo que digo.
Las pistas eran las suficientes como para allanar la casa de un tal Tertuliano Gómez, que en caso de ser culpable de aquellos raptos tenía una personalidad aún más extraña que su nombre.
Un comando conformado por los hombres más prominentes de las fuerzas policiales de la capital (si es que éstas pueden tenerlos) arribó a la casa del sospechoso ubicada en un significante campo. El señor Tertuliano tomaba un té muy tranquilamente cuando se produjo la perpetración a su vivienda. -¡Mi taza manga de atropellados! Alcanzó a gritar antes de que el utensilio se estrechara con el suelo y sus manos quedaran esposadas. Resultó raro que mientras lo trasladaban a la comisaría como todo un criminal no preguntase el motivo y se limitara a refunfuñar por ese pedazo de cerámico con forma, ahora repartido en pequeños trozos por el suelo.
¿Qué más se podría decir? Las fuerzas capitalinas registraron el lugar con toda tecnología, incluso con humanos y no tanto, con sabuesos y hasta con huesos y otros animales. Nada encontraron, y el saldo que produjo su irrupción fue una denuncia de Don Tertuliano que alegaba su voluntariedad para entregarse si sabía que la bruteza de aquellos individuos destrozaría su taza tan preciada, e interrumpiría el horario del té.
Don Gómez volvió a su casa luego de ser interrogado y de aceptar con malas ganas las disculpas ofrecidas por el Sheriff del pueblo. Los capitalinos volvieron a la Big City con la frente alta sin haberla bajado para pedir perdón.
Esa misma noche dos policías pueblerinos tuvieron la idea de observar un poco a Tertuliano. Todavía tenían bronca por haber sido apartados del caso con el argumento de la importancia del mismo y del superior Target de los Capitalinos que los posicionaba como ideales para resolver las misteriosas desapariciones que ocurrían en el tranquilo pueblo.
Pasada la medianoche Don Tertuliano se dirigió a los establos con un par de baldes que lo hacían sospechoso, en realidad esto no era nada inusual, pero las ganas de burlarse de los policías capitalinos hizo que los agentes del pueblo vieran interesante la escalada del pobre y asediado Don Gómez y se dirigieran a seguirlo, todo por unos inocentes baldes. Entraron a los establos y ni rastros del hombre, aunque sus huellas se perdían en una montaña de paja.
Con sumo cuidado y ahora sí con un interés justificable, los agentes de la ciudad-pueblo movieron el matorral y observaron una puerta no tan secreta como para que los capitalinos con su tecnología, sabuesos, huesos, humanos y no tanto, y otros animales no la hayan encontrado. Una escalera los llevó a un pasillo muy precario con una luz tenue, se observan varias celdas en fila con sus respectivos encerrados, aún quedaban libres algunas. Un cartel de madera adherido a las rejas tenía escrito el prontuario de cada encerrado, en su mayoría eran asesinos y violadores recurrentes, y un par de funcionarios públicos con altos fraudes perpetrados. Don Tertuliano repartía la comida de los baldes (al final resultaron ser sospechosos) a sus presos.
Los dos policías luego del shock al observar lo que veían (ver y observar son dos cosas distintas lector, sépalo) gritaron al unísono a Gómez que no se moviera, éste se sentó tranquilamente en el suelo y comenzó a hablar, explicó los terribles delitos de sus guardados, que la impunidad les había permitido esquivar a la justicia y que él la había proporcionado, al principio con el homicida y violador de su hija, para después continuar esa labor que le dejaba un saldo de más de 20 detenidos, y a él como todo un justiciero. Dijo a los policías que su cristiandad no le permitía asesinarlos, por ello los mantenía aislados de la sociedad mientras pagaban sus penas. Había creado lo que él denominaba “una especie de purgatorio en la Tierra”.
Luego de escuchar el relato del malhechor uno de los agentes tomó su arma y disparó a Tertuliano. El otro, lejos de estar confundido dijo –¡Que suerte! pensamos lo mismo, y tomando una escopeta de caza colgada en la pared comenzó a disparar contra cada uno de los presos. Finalizado el trabajo los policías limpiaron la escopeta que había dado muerte a los encerrados y le implantaron las huellas de don Gómez.
Llamaron a la policía local (no a la de la Big City) y dieron su informe.
–Decidimos seguir investigando al señor Tertuliano Gómez tras los fracasos en las averiguaciones realizadas por la policía de capital, ya que las mismas nos parecieron paupérrimas. Seguimos al sospechoso hasta el corral de caballos donde dimos con una puerta no tan secreta como para que los capitalinos con su tecnología, sabuesos, huesos, humanos y no tanto y otros animales no la hayan encontrado. Tras de ella había una escalera que daba con un pasillo extraño, donde se ubicaban celdas con personas adentro. El sospechoso escuchó ruidos y comenzó a disparar contra los encerrados, nosotros creímos ser el objetivo de aquellos disparos y nos cubrimos, cuando los disparos cesaron y tuvimos la oportunidad salimos al encuentro del maleante que nos apuntó con una escopeta de caza obligándonos a dispararle. Acto que terminó con la vida del Sr Tertuliano Gómez
Nos avergüenza como policías y miembros de esta pequeña ciudad la masacre ocurrida y juramos haber dado nuestra vida si ello posibilitaba impedir alguna de las ejecuciones realizadas por el señor Tertuliano Gómez.
Los dos agentes de la pequeña ciudad fueron trasladados a la Big City donde ahora ejercen su profesión.

jueves, 25 de marzo de 2010

Raras Respuestas

Sus padres no estaban en casa durante el fin de semana y su condición de soltero y la borrachez del momento eran condimentos ideales para armar una fiesta post salida en su casa (o After como se le dice hoy), hasta quizás podía ligar pensó, agarró su celular, mágico invento de la tecnología, y envió mensajes a todos sus contactos, incluso con la prerrogativa de que la libertad les permitía llevar a otros. Llegó a su casa al mismo tiempo que el sol al cielo, con su naranja bello que casi no percibió, la cachondez y el alcohol le nublaban demasiado la vista como para ver semejante espectáculo, mucho más bello que las piernas que lucen las mujeres con sus polleras cortas los sábados por la noche, y hasta la madrugada de los domingos.
Su decepción fue gigante al notar las pocas almas que esperaban ansiosos en la puerta de su casa la fiesta prometida. Entró con aquellas personas en que se mezclaban amigos y desconocidos y encendió un cigarrillo de marihuana como para mostrar con ejemplos la libertad de la que podían gozar sus visitantes, ese olor penetrante junto con sus ruegos hacia Dios de que lleguen mujeres a apagar su s incendios atrajo un número considerable de gente (de todo sexo y sexualidad), para la magnitud de la casa que hablamos.
La fiesta se armó y el agradeció en silencio a Dios. Botellas de licor se iban vaciando imitando el vacío de esa gente que busca compañía en las madrugadas y sólo encuentra soledad, el comentario de la marihuana llegó a los nuevos integrantes de la juerga y no faltó quién presente una rodaja de cocaína en la mesa e incentive a comprar más. ÉL se sintió impactado tras ver el polvo blanco, y un poco atraído también. No sé si fue el sueño que sentía o las ganas de impresionar a los demás como dueño de casa y organizador de aquella loca juerga lo que le hizo probar el oro blanco mientras ponía Cocaine de Eric Clapton para la ocasión. Su devoción por la música le hacía tener una melodía para cada sensación y ocasión, aunque eso limitara el espacio en el disco rígido de su computadora.
La noche siguió su rumbo en la madrugada que los visitantes negaban a base de música alcohol y drogas, sin hacer caso de la notable claridad que entraba por las ventanas de su casa reflejando la hora. El dueño de casa consiguió sexo de la mano de una jovencita que llevó rápidamente a su pieza, y sin palabras de por medio le quitó la ropa salvajemente para besarla por cada centímetro del cuerpo. Siempre había creído que tenía buena performance en la cama, pero reconocía su perfecta ejecución sexual al polvo blanco que había inhalado hace minutos.
Placer y transpiración llenaron la pieza por largo tiempo hasta que los partícipes del sexo (no amantes por supuesto) cayeron exhaustos.
Al volver al comedor con una sonrisa en la cara por el genial orgasmo que había conseguido y hecho conseguir a su compañera (hasta quizás fue más de uno el de ella) se sorprendió un poco por la suciedad del lugar. Los padres llegarían a la noche y era imprescindible limpiar y borrar rastros de todas las drogas que habían estado presentes en su casa, él solo había visto dos, pero nada lo extrañaría que haya una tercera o cuarta. Como anfitrión había sido un éxito y no aceptó la voluntad de limpiar de los partícipes de la juerga, que pese a ello levantaron las cosas, dejando solo la suciedad del piso y la desaparición de las botellas de licor al gran organizador qué volvía de la cama.
Las drogas y el dinero se habían acabado, solo quedaban algunos alcoholes a medio terminar, calientes y sin voluntarios para acabarlos. Pasado el mediodía los invitados y no tanto se fueron y él quedó solo en casa. Esbozó una sonrisa evocando los momentos recientes y fumó su último cigarrillo de marihuana en un intento de abrir su apetito y desterrar el dolor de cabeza que tenía. EL disfrute de la cocaína y el alcohol terminan pasando factura más cara que el momento que hacen vivir. Almorzó pasadas las tres de la tarde y sin darse cuenta quedose dormido.
Se levantó al atardecer con el hermoso poniente del sol al que tampoco le prestó atención. La conciencia había aparecido luego de su ausencia por el efecto de las drogas y le ordenaba limpiar su casa. Sus padres llegarían solo en un par de horas. Con su cuerpo que parecía de plomo por la paliza de la noche anterior se dispuso a limpiar, mientras rogaba a Dios que su familia se demore al menos un rato. Borró rastros de estupefacientes, limpió los pisos y desterró evidencias del acto sexual del que había sido participe en la cama de sus padres. L
a hora de llegada se estaba pasando y él aún limpiando, rogó a Dios por más tiempo para dejar la casa en condiciones, después de todo, anoche le había traído mujeres a su casa, ahora pedía algo más justificable y sano pese a ser el principal culpable de la juerga nocturna.
Su casa quedó en condiciones y su familia aún no llegaba, agradeció de sobremanera la ayuda celestial La de anoche y hoy.
El teléfono sonó y se dirigió a atenderlo, del otro lado sonó una voz seca que informaba sobre el accidente vial de su familia, él quedó paralizado mientras observaba la perfecta limpieza de su casa, no tenía idea que a veces los pedidos tienen respuestas muy extrañas.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Qué pasó después?

Dicen que Dios hizo al mundo en 7 días, pero nadie cuenta lo que pasó después. Resulta que aquél en las alturas con eso del libre albedrío tenía poco que hacer, y se decidió a crear el cielo, todos sabemos de aquí la historia de su ángel preferido que se convirtió en Satanás. Pero nadie se imagina lo que ocurrió luego.
Con eso del libre albedrío en la Tierra ya nadie le daba importancia a Dios, había nuevas divinidades: dinero, mercado, juventud eran algunas de ellas. Hasta Zeus, Hades y Poseidón habían desaparecido del habla de las personas.
Dios andaba aburrido sin saber qué hacer, el cielo estaba poblado de todas buenas personas, su arbitrio era innecesario, el paraíso sin él seguiría siendo igual. Su par del otro lado, Lucifer, no se encontraba en condiciones muy distintas, con la calidad de las gentes que habitaban el infierno ya no hacían falta sus maldades para convertir ese lugar en un suplicio. Para colmos, el libre albedrío también lo afectaba y aunque estaba ganando la batalla en la Tierra no podría atribuirse semejante logro, solo se reía de que Dios haya puesto tanto presupuesto en el paisaje y tan poco en los humanos que lo llenan. De tanto pensar esto no se le ocurrieron motivos para no poder disfrutar el paisaje creado por su ex mejor amigo, después de todo, su reinado en el infierno ya no hacía falta. A su par en las alturas le pasó lo mismo, quería disfrutar lo que sus manos habían creado y dejar de sentirse inútil en un cielo que se gobernaba solo.
Ambos vinieron a nuestra Tierra, uno subiendo, el otro bajando, y aunque les parezca mentira, terminaron juntándose para recorrer el mundo. ¡Hasta las divinidades le temen a la soledad!
Y esto es lo que pasó después, la anarquía hizo del cielo un paraíso y del infierno un tormento, y en la Tierra el libre albedrío refleja lo más cerca que estamos de la profundidad. Mientras tanto Dios y el Diablo se olvidaron de gobernar y caminan juntos por las playas de Dubái como los amigos que eran antes.