lunes, 26 de septiembre de 2011

Algunas veces las cosas se contagian de los dueños.

Encontró las grutas en un momento de contradicciones, el kilometraje recorrido en el verano era mucho menor del planeado y si bien algunas anécdotas se contaron desde las Sierras de Córdoba y su Capital, el itinerario del Norte, Posadas o Formosa y Paraguay se habían visto truncados. Todo él quería irse de viaje, su ropa, la bolsa de dormir esa violeta flúor y hasta el celular, fruto de compañía constante inventado por la tecnología que achica el rol del destino para que los próximos encuentros sean programados y el viajante se lleve números y datos además de amigos.
Mientras dormía por la noche el diálogo comenzó.
-Yo levantaría sospechas, dijo la bolsa de dormir, siempre que viaja me lleva bajo el brazo, además no tengo manos como para hacer dedo
-A mí me ocurre lo mismo, contestó la ropa. Las únicas prendas que se animaron a andar sin estar puesta en humanos dieron origen a la leyenda del hombre invisible, flor de escándalo se armó.
–Jaja si, son más boludos estos humanos, che ¿el celular qué onda? Pregunto la bolsa de dormir
– ¡Sí celular, anda vos! Alguna noche que se embriague escapáte así no sabe qué pasó total lo hace seguido, metete al bolso de alguien y así viajas un poco, respondió emocionada la ropa.
–Cuando se embriaga la paso genial (Mira el título del cuento bola) no me voy ni ahí cuando esté en pedo, ¡Con lo que me hace divertir! (Risas).
–Bueno, cuando está sobrio oportunidades vas a tener ¡viste que éste es un colgado, se olvida todo! Cuando te deje por ahí saltas al bolso de alguien que parezca turista y viajas un poco por nosotros, Las grutas en esta época del año está lleno.
–Pero no se che… tengo ganas pero después quiero volver, me gusta mi dueño.
–A ver, intervino la bolsa de dormir, tengo una idea. Armemos un plan para que el celular pueda viajar un poco y que lo devuelvan así nos encontramos la semana que viene en San Bernardo. – ¡Sí! contestaron todos emocionados y se pusieron manos a la obra.
El resto de la noche se oyeron cuchicheos constantes que no despertaron a nadie, las ideas iban y venían hasta que se llegó a un acuerdo. Cuando el celular tuviese la oportunidad saltaría a algún bolso de alguien con pinta de turista, viajaría un poco con esa persona y luego buscaría hacerse olvidar en algún lugar con seguridad para que lo devuelvan, total de seguro tendría mensajes reclamando su devolución y hasta ofreciendo recompensa, pensaba orgulloso el artefacto.
El plan concluye de la siguiente manera, dijo la bolsa de dormir asumiéndose como líder (era la que más km y aventuras había pasado). – La semana que viene, cuando el jefe vuelva de las Grutas te vamos a buscar y vamos a San Bernardo o te manda en una encomienda y nos encontramos allá.
- Genial, respondió el celular, ni bien se presente la oportunidad me escapo a viajar un poco, ojala salga todo bien. A dormir compañeros, nos veremos mañana o quizás no.
Al otro día el jefe fue a San Antonio al supermercado a comprar algunas cosas y una conservadora que se quedó mirando al cruzar el pasillo. Dejo el celular en la estantería de al lado(la malla no tenía bolsillos) saco la conservadora, la abrió para ver su tamaño, la dejo en el mostrador y se fue caminando. Doblo en la intersección, se rasco la cabeza y al final del nuevo pasillo se acordó ¡El celular! volvió corriendo…estaban las llaves que había dejado al lado del celular en la estantería pero del aparato ni idea. La desesperación le entró con la vista y al segundo era parte de todos sus sentidos y había recorrido cada parte del cuerpo. ¡Qué pelotudo, no me digas que perdí el celular! Grito en sus adentros y con las manos, la mirada y los pies. Corrió hacia seguridad y preguntó si alguien lo había dejado, nada. Probó llamar con otro teléfono, suena una vez, suena dos, contestador. ¡Me cortaron! ¡La reputa madre! ¡Qué pelotudo que soy! ¡Me chorearon el celular la…! Usted se imaginará lector lo que habrá gritado el dueño para sus adentros, con sus brazos, cara y cada centímetro de su cuerpo.
Un par de días más tarde a la mañana me llamaron, mi jefa (la madre del dueño del celular extraviado atendió). Una mujer llamaba de Paraná, era de Corral de Bustos, venía volviendo de Brasil y había encontrado aquél celular en una estación de servicio. Estaba yendo a Rosario a visitar familiares y luego concluirían sus vacaciones. Quedaron en seguir en contacto para ir a buscar el aparato en una semana, ojalá el celular vuelva. La bolsa de dormir en papel de líder, dice que su plan no tiene fallas. Si es así, la semana que viene escucharemos algunas anécdotas mientras nuestros dueños duermen.