martes, 25 de agosto de 2009

Charla

-Cuando por mucho tiempo no escribo, me pongo de re mal humor. Cuándo escribo algo y me salen unos tremendos bodrios me pongo re de mal humor. Cuando escribo algo y sale lindo no lo termino por miedo a arruinarlo y eso me pone de re mal humor.
-Sos un malhumorado
-Si, quiero ser escritor.

lunes, 17 de agosto de 2009

Amigos Imaginarios

Los padres entraron renegando enojados porque el juego de Guillermo a la pelota había dejado un saldo de dos veladores rotos y un par de cortinas sucias. Estacionaron el auto bien frente a la casa y entraron a la misma con fuerza, haciéndose escuchar para que su hijo se intimide con su presencia, como si el sonido fuerte del portazo aumentara su bravura. La madre agarró la pelota e increpó al chico de que no juegue más adentro. Amenazó con quitarle mesada, visitas a los amigos y demás cosas interesantes. Guillermo se vió acorralado y para escapar de semejante pena y compromiso echó la culpa a Carlos, su amigo imaginario. La madre enfureció al ver que su hijo no se hacía cargo de sus acciones y le respondió en fuerte tono cuidando de no romper la imaginación del infante. Le dijo que los amigos imaginarios no rompen las cosas y que si Carlos se portaba mal era su responsabilidad enseñarle lo que podía y no hacer. – Después de todo Guillermo –le dijo- los amigos imaginarios están para hacernos bien, los creamos para eso. El niño miró confundido a su progenitora y después de unos segundos de razonamientos le dijo: Mamá el Estado es una persona o es imaginario, porque yo no lo vi nunca, sin embargo, me canso de escuchar que vos y papá le echan la culpa de todo. ¿Ustedes tampoco se quieren hacer cargo de sus acciones y le echan la culpa al Estado como yo se la eché a Carlos que por ser imaginarios no se pueden defender? La madre miró sorprendida al hijo, el padre se escabulló y fue a acostarse a mirar televisión. El niño quedó como hablando solo y al cabo de un rato pregunto por su penitencia. – No mi amor le dijeron. Es normal que eches la culpa a los otros, estás creciendo.

lunes, 3 de agosto de 2009

Pelea de novios

A la tarde me encaminé hacia su casa con la calma que precede a la tormenta, algo malo había estaba seguro, pero necesitaba esa confirmación similar a la que necesitan los familiares del muerto, que tras no poder creer lo sucedido realizan velorios a cajón abierto y miran al cadáver como descreídos, como que no saben que pasó, para luego observar dos veces o durante un rato en caso de que haga falta, y largar el alarido interno que emana su terrible dolor. Giran la cara y parece que están en un mundo aparte para volver a mirar al fallecido y que esa imagen los baje al mundo donde el ser querido murió. Donde lo que no querían que pase ocurrió y no se puede cambiar.
Yo quería oír esas palabras que provoquen un Hiroshima en mis adentros, yo quería pronunciar esas letras que ninguno de los dos quiso oír. El corazón me miró desconfiado, pero sus deseos de ver a la amada eran más grandes así que me acompañó. Entró en la casa gritando abrázala, bésala. Pobre miamor, es ajeno a las normas de conducta y no entendió mi, –hola. ¿Como estás? Mi beso frío de saludo, y el cordial -¿Cómo te fue?
El corazón sufría, y empezaba a llorar lentamente al notar el frío de la atmósfera, no podía usar abrigo y pedía a gritos un beso, un abrazo o una caricia que lo entibien y eso nunca llegó. Nos acompañó a la puerta imaginando un agarre de manos, un toque siquiera que no aconteció y él no entendía lo que pasaba.
La breve charla comenzó, finalizando con palabras lo dicho por los ojos rato antes, y el corazón desesperado gritaba, -¡Aquí estoy!, -¿Porque no me llevan el apunte?
Las palabras fueron dichas y un abrazo de despedida apareció, fué tan fuerte que aún hoy tengo marcados sus brazos. Nuestros cuerpos se fueron separando como en camara lenta y giré para irme. El Corazón fue más inteligente y se quedó ahí esperanzado en que dé marcha atrás en mi decisión, yo me fui caminando con más ganas de voltear que Orfeo en el Hades, éste no lo hacía para que su amante no desaparezca, yo no lo hacía porque mi amada estaba ahí. Cobarde -me gritaba el Corazón- mientras yo me alejaba y su voz se iba apagando perdiéndose durante los metros que caminaba. Me observaba a lo lejos con el pesar con que observa una madre al hijo que se va a la guerra. Se produjo un quiebre tan fuerte y ruidoso en el mundo que yo ya no pude escuchar más, solo caminé.
Durante un tiempo iba hacia la casa de ella como flotando, llevado no por el peso del cuerpo sino por el corazón que estaba allá aún y me atraía cantando melodías de sirena. Me quedaba al frente de la casa amagando entrar al hospital sin saber bien de que estaba enfermo, no me animaba a pisar esa vereda, no ese lugar, menos aún con mi corazón ahí esperando, no después de haberle dado la espalda tantos metros y tantos pasos.
Aquel día yo me fui, ella entró en su casa, y mi corazón se quedó esperando ahí una nueva reunión, quizás un día de éstos valla a buscarlo, ando con ganas de enamorarme de nuevo.