domingo, 2 de mayo de 2010

La bienvenida

Hola, que lugar tan blanco ¿puedo saber dónde estoy?
Es un sueño, pero estás en el cielo amigo. Cuando despiertes no recordarás nada, y nunca volverás a soñar esto. Asi que hazme las preguntas que quieras y puedes pedirme hasta un deseo.

Me parece muy bien, si te parece procederé a contarte una historia, y luego te pediré mi deseo.

Y las preguntas ¿no quieres saber sobre Dios, el Diablo, e interrogarme como lo hace toda la gente normal?

Yo no soy como la gente normal ¡no ves el sueño que he venido a tener! Y tus respuestas solo satisficieren mi curiosidad momentánea, pues no recordaré nada al despertarme. Asi que perdone mi irrespetuosidad señor, pero escúcheme, tengo poco tiempo antes de despertarme, y odiaría que se quede sin escuchar el final de mi relato.
La vi una tarde cálida de noviembre, el mirarla hizo que el mundo se detuviese, o al menos, Dios debe haber apretado el mute. En los instantes que posé mi mirada sobre su rostro no hubo sonido alguno, tampoco recuerdo haber visto movimiento en los autos o la gente, salvo claro por la energía cinética que habitaba en ellos hasta la aparición de esa mujer. Odié ser cursi pero me pregunté si era un ángel, no se me ocurrió más halago que ese para decirle, y me lo guardé para evitar una risa y un rechazo que destrozarían mi corazón. No me importó llegar tarde al trabajo, detuve mi caminata y quedé observándola por todo el recorrido de la acera del frente, hasta que desafortunadamente perdió-se al doblar la esquina. Pasados esos segundos en que la única actividad era yo mirando su caminar, el mundo siguió funcionando.
Llegué a mi trabajo un par de minutos tarde, esos mismos en que había detenido mi caminata para verla. No me pude sacar su cuerpo de mi mente, recordaba su imagen una y otra vez intentando memorizar cada uno de sus rasgos. Me hubiese odiado si tras cruzarla nuevamente la observase como una persona normal, sin agradecerle ese júbilo que produjo en mí verla por vez primera. Tenía rulos de propaganda, unos ojos marrones únicos que hacían hermoso contraste con su blanca piel. El pequeño lunar ubicado debajo y a la izquierda de la sensual boca llenaba de enigma a su rostro. De seguro Dios había creado ese lunar para que nadie sospechara que ese rostro era su creación perfecta y le reclamara tratos especiales para con ella. Por mi parte, pensaba que ese detalle hacía aún más llamativa su belleza. No le quiero hablar de su cuerpo para que no me piense pecaminoso, podría nombrar halagos hasta la punta de sus pies. Me limitaré a decirle que su figura era igual de tentadora que su cara, más no podía serlo.
Pronto dejé de ir en auto al trabajo para hacerlo caminando, justo por esa misma vereda en que la vi pasar aquél día. Incluso mentí a mi jefe para que me otorgue el permiso de llegar un par de minutos tarde al trabajo todos los días. Usted, personaje de mi sueño, sabrá para qué los utilizaba. Podría decir que cada día me parecía más bella pero era imposible. Todos los días era igual de hermosa, mayor belleza no se podía lograr.
Dispongo de poco tiempo para contarle la cantidad de planes que hice en mi mente para conquistarla. Solo le diré que pasé noches desvelado pensando en cómo acercármele. Quería saber cómo era su voz, me preguntaba a diario por sus virtudes, sus defectos, sus besos y sus chistes. Hacía todo tipo de preguntas con base en su persona, hasta que un día, un preciado día, la vi afuera de esa vereda, y sentí lo que la primera vez. Estaba en un café, sentada y leyendo. Por vez primera me interesó más ella que su lectura, como usted bien sabrá personaje de mi sueño, yo soy un amante de los libros. Como pretexto para hablarle me acerqué a preguntar que leía. ¡Su voz! Ay su voz señor de mi sueño, ¡era tan hermosa! Dispongo de poco tiempo para hacerle halagos, me limitaré a decirle que sonaba más bella que Romantic Piano de Chopin. No escuché su respuesta, ver el movimiento de sus sensuales labios nubló por completo mi oído. Pedí disculpas por no escucharla y me acerqué so pretexto de observarla más de cerca. Señor de mi sueño, ¡a cada centímetro más cerca más bella me parecía!. Pero basta, debo concentrarme, dispongo de poco tiempo.

Leía el diablillo en la botella de Robert Louis Stevenson. -Es un cuento hermoso, y permítame decirle que usted me recuerda a Kokua. Disfrute su lectura, hasta luego. Tras sonreírle de pícara manera me alejé conteniendo las ganas de pedirle me deje sentarme a su lado. Ubiqué mi cuerpo en una mesa un poco alejada, aunque con perfecta visión de la suya. Pedí un café, y tras colocar mis lentes, dispuse a leer algo de poesía. Las flores del mal es un libro bellísimo, pero sólo de a momentos pude concentrar mi mirada en sus versos. Usted, personaje de mi sueño, sabrá bien a quién miraba. Cuando cerró el libro hizo una sonrisa, mi corazón se exaltó, quizás mi halago le haya gustado, pensé. Con el plan ya hecho dejé dinero para pagar el café que ni siquiera había tomado. Salí caminando por un lugar bien visible para ella. Contuve mis ganas de mirarla y a los pocos metros del local me detuve simulando acomodar mis cosas. Presentí que su rostro se acercaba hacía mí, debo confesarlo, ése fue el momento erótico más profundo de mi vida. –Tenía razón sobre la belleza del cuento, gracias por su halago. Dijo con una pequeña sonrisa. –Tenía más razón sobre la belleza de usted. Le respondí en tono amigable, expresando gracia y sinceridad a la vez. Ella captó la intención y sonrió un poco ruborizada. Sin preguntar por obligaciones ni planes nos dispusimos a caminar. No hizo falta saber dónde nos dirigíamos. Hablamos de libros, música, arte y hasta política. Bromeamos y discutimos. Le puedo decir que pese a su belleza no pensé ni un momento en besarla, oírla era tan bello que sólo podía concentrarme en eso. Cuando rosé su mano mi cuerpo se paralizó. Pensé que había sido un accidente, pero ambos sabíamos que cada contacto de nuestra piel era totalmente voluntario y planeado, como si nos fuésemos descubirendo de a poco, con miedo y pautas. De común acuerdo pero sin decirlo guiamos nuestros pasos hacia el mar para ver juntos el atardecer. Bromeamos diciendo que parecía una cita, los dos sabíamos que esto era mejor. A la hora de partir y de forma muy adrede hice que nos dirigiéramos hacia uno de mis restaurants preferidos. –Un amigo me dijo que aquí se come muy bien, yo no he venido nunca pero hace tiempo tengo ganas. Ya sé que esto no es una cita, pero podríamos convertirla en tal y quedarnos de paso. Seguramente mi rostro pareció miedoso al esbozar estas palabras. Ella respondió que le encantaría pero tenía planes, pidió mi número y tomó un taxi.

Usted, personaje de mi sueño, seguro pensará que estaba triste, pero no. Había pasado los momentos más bellos de mi vida, me dolía su rechazo, pero poca gente llega a enamorarse como lo hice yo esa tarde.

Fui hacia mi casa y luego de los ejercicios cotidianos me bañé. Conmigo en la ducha el teléfono dio a sonar. Nunca interrumpo mis actividades para atenderlo, pero esta vez sonaba distinto. Corrí desnudo y mojado para llegar al llamado. ¡Era ella! Su compromiso se había cancelado y si no tenía nada para hacer, estaba dispuesta a ir a cenar conmigo. Le dije que me parecía genial, comentándole antes que esto sí era una cita. Dispongo de poco tiempo para decirle la alegría que sentí, me limitaré a señalar que no existen palabras que puedan expresar mi felicidad en ese momento.
Terminé mi ducha, y tras vestirme y perfumarme pasé por ella. Fuimos a comer y la sonrisa no se borró de nuestros rostros ni un instante. Recuerdo cada segundo de esa noche.
Confesó que a la tarde había mentido, no tenía ningún compromiso, se negó a mi pedido para tener el tiempo suficiente de ir a arreglarse a su casa y estar más bella para mí durante la cena. Esa frase selló mi enamoramiento, mi corazón debe haber sonado tan fuerte que seguro escuchó y se enamoró el suyo también. No recuerdo si había más personas en el restaurant, si las había nadie se dio cuenta de nada. Nosotros hablábamos otro idioma, casi extinto, el del amor.
Luego de la cena fuimos a mi casa, vimos una hermosa película con un delicioso té de por medio e hicimos el amor. Ni mi vida alcanzaría para explicarle la felicidad que sentí. Ni la vida de todas las personas del mundo bastarían para contarle lo bello que era su cuerpo, sus pechos, sus piernas. Cada centímetro en ella es hermoso personaje de mi sueño.
Me encantaría profundizar mi historia pero seguramente estoy por despertarme, ¿no es así? Ahora dígame, que le pareció mi relato.

Como bien piensa usted se está por despertar señor. El relato me pareció muy bello pero no entiendo, no queda tiempo para que me haga preguntas sobre Dios, el Diablo y esas cosas que pregunta la gente normal. Le ruego se limite a pedir un deseo, dinero o lo que fuere, yo se lo concederé.

Ya le dije que no soy como la gente normal, dinero me vendría bien de seguro, pero quiero otra cosa.

Pues diga, usted se está por despertar.

La del relato era mi esposa personaje de mi sueño, desde el día de mi relato en que la conocí estamos juntos, hoy tenemos dos hijos que son igual de bellos que ella porque más no pueden serlo. Todavía la amo aunque a menudo peleamos y como todos los matrimonios tenemos problemas. Mientras estoy despierto me olvido de decirle lo que hoy a usted.
Mi deseo es que alguien haya escrito lo que ocurrió esta noche, y cuando mi amada muera usted la reciba en el cielo y le lea esto. Como un favor personal pídale disculpas por no tratarla mejor en vida. Ahora me voy, tengo que despertar. Desde que ella no pasa por la cuadra del frente mi horario de trabajo ha vuelto a ser el mismo.

Por favor no llore señora. Éste fue el deseo de su esposo. Si quiere pasar al cielo firme aquí y abra ese portón, él me cayó bien porque no es como la gente normal, asi que le avisé de su llegada. Seguro la está esperando para salir a caminar.

2 comentarios:

  1. Releí el cuento y debo decirte que este tono un tanto cursi y romanticón no te sienta para nada mal.. Es más, te hace dulce y no "suprahumano"

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  2. Woww, hacía mucho que no pasaba por tu blog, avanzaste mucho, me encantó el cuento. No sé si será que estoy sensible, pero tengo que admitir que me emocioné.
    Un abrazo afectuso
    Agos

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